jueves, 29 de noviembre de 2012

A los cazadores no les salen los números, las asociaciones cinegéticas advierten de que los cotos están abocados al cierre por la falta de ayudas y el aumento de los pagos de los daños que causan los animales

 Las asociaciones de cazadores están abocadas al cierre. Así lo denuncia la asociación cinegética Sierra de Pulide-Nalón, que abarca los concejos de Castrillón, Corvera, Soto del Barco, Illas, Candamo y parte de Pravia y que dispone de once cuadrillas. La falta de ayudas por parte del Principado está llevando a la quiebra a estos colectivos, ahogados por el pago de los daños agrícolas y los derivados de accidentes de tráfico provocados por animales salvajes. «Los cotos regionales de caza desaparecerán si la Consejería de Medio Ambiente no toma medidas sobre lo que está ocurriendo y entonces el Principado se encontrará con un problema muy grave», advierte el castrillonense Fernando González Aparicio, presidente de Sierra de Pulide-Nalón y vicepresidente de Asocipas (Asociación de empresas cinegéticas del Principado de Asturias).

Asturias fue la primera comunidad autónoma que puso en marcha su propia Ley de Caza, con la que desapareció la figura de coto privado y surgió el coto regional. Con esta normativa la adjudicación de un coto sólo se puede realizar a través de una sociedad de cazadores, como la que preside González Aparicio. En Asturias existen un total de 53 asociaciones, que funcionan de forma independiente.

La asociación Sierra de Pulide tiene registrados 370 socios. Hace dos años eran 500. La caída del número de integrantes es proporcional al de los ingresos y los gastos son cada vez mayores. «Cada vez tenemos menos socios y los gastos son más cuantiosos, principalmente los asociados a accidentes de tráfico y a daños en cultivos. Han desaparecido todas las subvenciones para los cotos de caza. Así no podemos sobrevivir», añadió Aparicio, que asegura que la situación de la asociación castrillonense es paralela a la del resto de grupos cinegéticos asturianos, principalmente los que gestionan cotos próximos a la costa.

Los cotos sociales tienen que cumplir una serie de requisitos: estar gestionados por cazadores locales, contar con guardería (un guarda por cada 8.000 hectáreas a vigilar) y pagar los daños de los accidentes que provocan los animales. «Apenas tenemos ingresos, pero la abundancia de jabalíes provoca daños a cultivos y accidentes de tráfico que tenemos que pagar de nuestro bolsillo. Lo más preocupante es el tema de las carreteras. Estamos perdiendo todos los juicios por accidentes, tanto los que se producen en autovías (si estuvierann bien protegidas con alambradas los animales no pasarían a la vía) como en las carretera secundarias. La normativa dice que sólo deberíamos pagar en época de caza, pero no se cumple», protesta Aparicio.

La asociación que preside este cazador gasta unos 27.000 euros al año por sentencias relacionadas con accidentes tráfico, a una media de entre 35 y 40 siniestros. Sus integrantes aseguran que tienen que hacer frente a un accidente a la semana, la mayoría causados por jabalíes, y temen por el futuro de los 120 guardas que tienen trabajo en Asturias gracias a los cotos sociales. «Si desaparecen los cotos sociales, el Principado se encontrará con una situación muy grave. Si no fuera por nuestra labor, habría en Asturias un problema exponencial. Si dejamos de cazar durante dos años, ¿qué pasará con los controles de población de los animales? Los jabalíes ya campan a sus anchas por los alrededores del tanatorio de Avilés y las instalaciones de Cristalería», advierte a modo de ejemplo el cazador.

Los cazadores piden medidas urgentes de ayuda al Principado. «Tienen que meter mano en el tema de los de accidentes y hacer una actualización de los baremos de tasación de daños, ya que están totalmente desfasados. También necesitamos ayudas económicas para hacer frente al pago de las guarderías», solicitó el castrillonense. El vicepresidente de Asocipas apela a la normativa francesa, donde los accidentes causados por animales están cubiertos por el seguro obligatorio del conductor («Aquí solo copiamos lo malo de la Unión Europea», lamenta), y pide que los cotos sólo tengan que hacer frente a los daños que provocan los animales a quienes viven del campo, «no a todo el que reclama».

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