viernes, 11 de noviembre de 2011

La creación del «maestro de río» divide a los pescadores e indigna a los guardas

La normativa de Pesca atribuye a la nueva figura funciones de vigilancia, entre otras, e impulsa la gestión compartida de cotos, BOPA («Boletín Oficial del Principado») el pasado 31 de octubre, pero esas pocas líneas han generado un gran malestar en algunas asociaciones de pescadores y en el colectivo de guardas del medio natural. A los últimos les molesta que el «maestro de río» vaya a encargarse de la vigilancia de los cotos, lo que produciría un solapamiento de funciones. Ese maestro de río tendría un estatuto profesional propio y, además de la vigilancia, se encargaría de la «enseñanza» y «asistencia» a pescadores. Por otra parte, a algunas asociaciones de pescadores les preocupa que en ese párrafo se indique que las «asociaciones colaboradoras» «dispondrán de uno o dos cotos de gestión para prácticas y autofinanciación», una medida que algunos califican de «privatización» solapada. La gestión compartida también aparece en la ley de Pesca que aprobó el Gobierno de Álvarez Areces y este modelo cuenta con partidarios, ya que ayudaría a financiar a las asociaciones de pescadores.

El polémico párrafo simplemente reconoce la figura del «maestro de río», con unas funciones de enseñanza, vigilancia y asistencia, parte de las cuales corresponden a los antiguos «gancheros», que ayudaban a los pescadores a localizar los mejores puntos del río y a llevar los bártulos. El sistema de selección, régimen de dedicación y retribuciones deberán ser «desarrollados por el correspondiente estatuto profesional».

Es esta indeterminación la que ha motivado ciertas dudas, incluso de su legalidad. Tres asociaciones mostraron sus dudas en la última reunión del Consejo de Pesca. «No sabemos qué se quiere decir con eso, sale a espaldas del consejo», indicó Tomás Herrero, de la asociación de Fuentes del Narcea. Herrero aseguró que su asociación emprendería acciones legales en caso de que salga adelante. En primer lugar, el «maestro de río» se vincula a las asociaciones de pescadores, que son las que en teoría tendrían que financiarlos. «Creo que es un puesto que debería sacarse a concurso público por los ayuntamientos y no tendría que ser elegido por las asociaciones privadas», añadió Herrero. Y la entrega de los cotos a asociaciones privadas tampoco suena bien. «Los cotos son públicos, no se pueden dar a una sociedad», añadió.

Los guardas también han puesto el grito en el cielo. Victorino Rivero, guarda y delegado de medio ambiente de CC OO, aseguró que el párrafo de la discordia «suena a privatización». La primera pregunta que surge es «qué tipo de vigilancia ejercerá la nueva figura, puesto que para eso está la Guardería y el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil». Este guarda se preguntó si los maestros de río se asemejarán a los «guardas de coto», una figura que se creó para reforzar la vigilancia en las zonas de caza. Como fondo están las quejas de que la Guardería no ejerce una vigilancia suficiente. A esta queja, Victorino Rivero responde que, «si se necesita más vigilancia en los ríos, tienen que crear más plazas de guardas».

Rivero aseguró que «tampoco se entiende la cesión de cotos que se plantea en las nuevas normas, cuando el salmón está en un momento crítico». Para CC OO, «es el Principado el que debe gestionar los cotos, no se debe dejar en manos de las asociaciones». Los guardas tampoco están de acuerdo con los cupos de la normativa.

Amparo García Villar, coordinadora de sector autonómico de CC OO, planteó en la última Junta de Personal sus dudas sobre la nueva figura, que comparten el resto de los sindicatos. Por ello se acordó solicitar una reunión con el Viceconsejero para abordar el asunto.

jueves, 10 de noviembre de 2011

GUARDAS DEL CAMPO A MEDIADOS DEL SIGLO XIX

En unas disposiciones de la autoridad gubernativa de la provincia de Jaén, correspondientes al año 1852 y publicadas en dicha ciudad por la Imprenta y litografía de Medina, se reproduce la normativa que en 1849 pretendía regular las funciones de los guardas del campo, tanto de fincas particulares como de montes municipales en toda España. Hay que recordar que, en esas fechas, anteriores a las leyes desamortizadoras de 1855, los concejos eran propietarios de fincas muy extensas dedicadas al pasto, carboneo y a otros aprovechamientos forestales. Es de interés todo lo relativo a los guardas o guardias municipales del campo. No deja de percibirse en su redacción el estilo ordenancista del moderantismo gobernante  en esos años.Los requisitos para ocupar un puesto de este tipo eran sencillos: tener entre 25 y 50 años, no ser de una talla inferior a la exigida para el servicio militar y poseer una constitución robusta, no contar con limitaciones físicas que impidiesen el correcto desempeño del puesto, saber leer y escribir "siempre que sea posible", ser de buenas costumbres además de hombre de buena opinión y fama. Se exigía el no haber sufrido nunca penas aflictivas ni expulsado del ejercicio de alguna plaza de guarda municipal o jurado, además de no tener propiedad rural ni ser colono o ganadero. 
La autoridades tendrían especial celo en perseguir determinadas infracciones y malas conductas de los guardas como "embriagarse, concurrir a casas de mal vivir, asociarse o tratar con personas de mala conducta o mala nota, jugar a juegos prohibidos en cualquier tiempo y a los permitidos en horas de servicio" o dedicarse a cazar y a pescar descuidando las obligaciones del puesto. Tampoco se toleraría que tuviesen las armas sucias y mal conservadas, al igual que el correspondiente distintivo. Éste era una placa de latón de cuatro pulgadas de largo y tres de ancho con el nombre del pueblo en el centro y alrededor el lema Guarda del campo, bien a la vista y enlazado en una banda ancha de cuero. Lo del armamento es digno de mención: debían ir por los montes, tanto los de a pie como los de a caballo, pertrechados con carabina ligera, bayoneta y canana con diez cartuchos de bala y vaina para la bayoneta. Los que iban montados añadían, además, nada menos que un sable como los que se usaban en la caballería ligera que iría pendiente de cinturón y tirantes de cuero. No debe resultar extraño que los guardas fueran armados hasta los dientes pues los montes y los despoblados del XIX era un medio peligroso por el contrabando, el bandolerismo y los lobos.

ADECANA se opone a la contratación obligatoria de guardas de caza

Pamplona, 19 oct (EFE).- La asociación de cazadores de Navarra (ADECANA) ha expresado su oposición a la contratación obligatoria de guardas de caza a partir de enero de 2012 por considerarla "inviable y antisocial para la mayoría de los acotados que no lo tienen".
Tras una reunión ayer con el departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra, ADECANA afirma en un comunicado que "la aplicación de esta medida va a dar lugar al abandono de muchos cotos y cuestiona que dada la crisis esta consejería haga "lo contrario de lo que debería hacer, siguiendo el ejemplo del resto de departamentos que están paralizando gastos".
Según las cuentas de la asociación, la contratación de un guarda para un coto de 2.000 hectáreas y 40 socios supondrá que a cada uno de ellos se les incrementará el gasto anual, ahora de 40 euros, en un 460 por ciento, mientras que si el coto es de unas 5.000 hectáreas y 150 socios el aumento de gasto, actualmente en 200 euros, será de un 48 por ciento.
ADECANA subraya además que esta obligación no afectará sólo a las asociaciones de cazadores sino también a los titulares de los cotos locales, ayuntamientos y concejos, por lo que aventura que estas entidades también son contrarias a la medida. EFE

Diario de Navarra

He leído con interés las cartas publicadas en el Diario de Navarra de los cazadores que están en contra de la obligación de contratar un guarda de caza en los cotos de Navarra. Fundamentalmente las razones son económicas, ya que pueden llegar a incrementar los gastos de las sociedades de cazadores hasta en un 400% en algunos cotos pequeños. No puedo estar más de acuerdo con todas ellas, pero me gustaría añadir algunas cosas más.

En primer lugar, la mayoría de los cazadores de muchos cotos somos gente mayor. Cálculo –por los cotos en los que voy a cazar- que más del 60% de los cazadores a los que les puede afectar esta medida, somos jubilados. Cargar con un incremento tan descomunal de las cuotas a personas de avanzada edad, con pocos recursos y a los que pocas diversiones y entretenimientos nos quedan, es no saber de que va el asunto. Además es de las pocas actividades que nos puede estimula a salir al campo y a hacer algo de ejercicio al aire libre. Si las cuotas se elevan tanto, muchos de nosotros vamos a tener que dejar esta afición. ¿Por qué nos quieren amargarnos los últimos años que nos quedan?.

Además, leyendo las funciones que la ley otorga a los guardas (vigilancia, colaboración en la elaboración de los planes de ordenación, mejora del habitat, etc) es algo que los propios socios de los cotos ya venimos. Con la situación económica en la que estamos inmersos, ¿realmente es necesario, e inteligente, contratar a una persona para algo que podemos hacer nosotros mismos. Tiempo y experiencia nos sobran. Tanto que nos piden esfuerzo y apretarnos el cinturón, este puede ser un buen ejemplo.

Por último, una de las cosas que funciona bien en la caza en Navarra, es precisamente la caza social. Los terrenos comunales del pueblo (que al fin y al cabo son de la gente del pueblo) junto con los terrenos privados, se ceden a los cazadores locales. En Navarra en general, la caza no es muy abundante por lo tampoco las cuotas por ser socio de un coto suelen ser muy altas. Así, por poco dinero podemos cazar en el propio pueblo, aunque las perchas suelan ser escasas. Imponer un guarda va a suponer que mucha gente (especialmente la gente mayor) va a dejar los cotos de caza por cuestiones económicas, y la caza social que funcionaba razonablemente bien, va a desaparecer tal y como la conocemos. ¿Realmente el personal de Caza y Pesca entienden lo que es la caza social?. ¿Porque se empeñan en legislar en contra de lo que es bueno para los ciudadanos?. Puede ser porque -como alguien dijo- el arte de la política es buscar problemas, encontrarlos y dar soluciones erróneas.

Santiago Cabodevilla Bariain.

La magia de la arcea

La caza en Asturias nos ha arrastrado de forma inexorable a cazar en grupos, una veces por imperativo legal y otras por imperativo moral. Lo cierto es que cada vez es mas difícil vivir jornadas de caza en solitario, jornadas en las que el cazador no tiene mas reto que los que el mismo se auto impone, «que sólo mis limitaciones me estorben, hablar solo con mi perro y no tener mas excusas que mis propios errores».
Los que habitualmente dedicamos casi todo nuestro tiempo libre y también en ocasiones el que no es tan libre a la caza mayor, pero que a la vez también somos cazadores de menor, deseamos que llegue ese día de la semana, los jueves, para salir en compañía de nuestros perros al monte y pasarnos el día intentando ganarle la partida a la dama del bosque, algo que en mi caso casi nunca consigo, pero vivir cada lance, disfrutar de cada momento de forma intensa, es algo que no se puede explicar con palabras .no persigo la muerte de la arcea, persigo su caza, no busco la percha para la foto, no cazo la arcea para competir, cazo para divertirme.
La magia de la arcea no es comparable a nada, momentos sencillos cargados de emoción, escenas cinegéticas que nos invitan a reflexionar sobre la actividad venatoria y la capacidad de las migratorias para desplazarse miles de kilómetros y volver al lugar que un año atrás había elegido y al que regresa fiel a su cita.
La caza de la arcea presenta muchos aliciente que poco o nada tienen que ver con la caza de otras especies, la arcea busca un hábitat diferente, tenemos que entrar al monte a buscarla pero es que además la arcea en los últimos años a abandonado su mejor táctica que no era otra que el instinto que la impulsaba a permanecer inmóvil y confiar en su mimetismo hasta el ultimo momento, con el tiempo las arceas han perfeccionado y renovado su instinto de supervivencia, lo que aun hace mas apasionante su caza.
El papel del perro es fundamental, no hace mucho un buen amigo y extraordinario cazador de arceas me decía, «Rafa las arceas ahora saben álgebra, ya no es como antes que aguantaban, ahora es fundamental entenderte con el perro casi sin hablar, que con una mirada, un gesto sepa lo que queremos de el, de lo contrario volaremos muchas arceas pero no abatiremos ninguna».
Debemos tener presente que en muchas ocasiones las virtudes del perro de arcea fácilmente derivan en vicios, nuestra labor es saber donde acaba la cualidad para tornarse en defecto.
No quiero finalizar este modesto articulo de un aspirante a cazador de arceas, sin dar mi opinión sobre dos temas que me preocupan, uno la excesiva tecnología que empleamos en nuestros perros para esta caza, creo que tanto avance desvirtúa un poco la caza de la arcea en estado puro, le resta magia y encanto. El buen adiestramiento del perro se debe conseguir con paciencia y dedicación y hacer que el perro cace para nosotros y no para el, los beeper y demás solo deberían utilizarse en casos puntuales.
Lo mismo pienso de esas escopetas que abren como paraguas y que dan pocas opciones a la arcea de burlar el tiro, estamos inmersos en una dinámica que cada vez se aleja mas de la esencia de la caza, no perseguimos la caza de la arcea sino su muerte y de verdad que ese es un grave error. El que se nos vayan las arceas por haber fallado el tiro también forma parte de la caza, y solo cuando se ha fallado mucho se aprende de esos errores, desgraciadamente queremos saltarnos con demasiada frecuencia los pasos obligatorios de todo cazador que se precie, no debemos confundir la figura del cazador con la del disparador, antaño escopetero.
Y desde estas paginas mi rechazo a esos seudo cazadores que se autoproclaman como extraordinarios becaderos y que aparecen en las fotos con perchas impresionantes de becadas muchas abatidas a la espera cuando las arceas entran agotadas y pocas arceas invernantes, las que conocen bien el lugar y tienen sus fuerzas intactas, estas quedan para los cazadores de arcea de verdad, los que anteponen el lance a la cantidad, los que prefieren un buen rato con su perro a una buena foto. Buena caza para todos.

La lluvia deja sin caza el pasado fin de semana a 25 cuadrillas en los montes de la zona

Los persistentes chaparrones del pasado fin de semana, principalmente el agua torrencial que caía el sábado, sirvieron para demostrar que la lluvia beneficia a la caza frente al cazador. Y para verificarlo nada mejor que poner de relieve que 25 cacerías celebradas en prolíficos territorios de la comarca, con presencia de importantes cuadrillas, se dieron por concluidas sin que los jabalíes hubieran perdido ni un solo pelo. En Piloña los cazadores regresaron de vacío de ocho lotes y lo mismo sucedió en siete cuarteles de los concejos de Parres y Cangas de Onís. La cuadrilla que gestiona Pepe Piney, una de las más mortíferas de Asturias, finalizó en blanco dos monterías que tenía el sábado y el domingo en los espacios cabraliegos de La Ría y Bierru. Otro tanto le ocurrió al grupo piloñés de José Junco en los lotes de La Castañal y el Sellón, y al cangués de José Ramón Blanco, en Triongo y el Aspru.
Pero es que en los concejos de Ribadedeva, Peñamellera Baja, Amieva y Peñamellera Alta, en los que se celebraron un total de siete cacerías, lo único que cosecharon los discípulos de San Huberto fueron importantes mojaduras, como si se hubieran precipitado en el río.
Ahora bien, la relación entre la lluvia y la caza está sujeta a normas y las legislaciones de los países y sus comunidades, que se copian literalmente unos a otros, vienen a disponer que «queda prohibido cazar cuando por niebla, lluvia, nieve, humo u otras causas, se reduzca la visibilidad de tal forma que se vea mermada la posibilidad de defensa de las piezas de caza o pueda resultar peligroso para las personas o bienes. En todo caso, se prohibe cazar cuando la visibilidad de los tiradores sea inferior a 250 metros».
Otra cuestión no menos importante a tener en cuenta después de una montería con lluvia, hace referencia a la limpieza del arma. Cualquier armero advierte de que «tras una jornada de caza con lluvia, debemos de ser capaces de desmontar el arma para proceder a un secado de la madera y a una limpieza a fondo de las partes metálicas». Como decía un experto en balística, «la pereza acaba siendo enemigo de la precisión». De no menos consideración es la ropa que se utilice. Un pantalón y una chaqueta chorreando agua, además de incómodo, resulta el camino más corto para agarrar un resfriado. Un buen pantalón de caza tiene que transmitir la sensación de que no existe y de que es resistente a los roces y el agua.