lunes, 12 de septiembre de 2011

Hay que acelerar el proceso de adjudicación de los cotos, pero no sin antes revisar con detalle si esas sociedades que pujarán han cumplido con el pliego de condiciones

Con una nueva temporada de caza llamando a la puerta, las sociedades de cazadores asturianas viven momentos de incertidumbre. Por un lado, la desidia y falta de compromiso de Francisco González Buendía y su equipo de trabajo en materia de caza (entiéndase Belén Fernández y José Félix García Gaona) nos han arrastrado a la situación actual, con los cotos pendientes de adjudicar. Desgraciadamente, han perdido el tiempo en batallas estériles -tanto dentro de la casa como fuera- al estar más pendientes del 'sálvese quien pueda' que de gestionar desde el rigor y la coherencia. Han dedicado más tiempo a los vetos y a pasar factura a los críticos con su nefasta gestión, que a buscar soluciones a los problemas que desde hace tiempo están asfixiando a las sociedades de cazadores asturianas.
Hay cotos que en febrero se prorrogaron de forma 'ilegal'. Desde entonces, han trabajado a destajo para hacer lo que no hicieron en cuatro años. La improvisación y los chanchullos han sido su principal seña de identidad para satisfacer a los afines y perjudicar a los no afines, para favorecer a los lacayos de siempre y perjudicar a los no manejables, a los que durante este tiempo no han comulgado con ruedas de molino, ni han permitido imposiciones, ni se han creído las promesas de Fernández y García Gaona. Tan torpes y necios en la gestión como hábiles a la hora de vendernos humo, optaron por dejar las grandes decisiones en materia de caza en manos de algunos alcaldes y dejaron sin tocar un modelo de gestión cinegética caduco y cada vez más escaso de funcionalidad.
Por ello, Albano Longo y Luis Peláez, nuevos consejero y viceconsejero de Agroganadería y Recursos Autóctonos, respectivamente, más Óscar Rodríguez, director de Paisaje y Biodiversidad, y Jaime Marcos, jefe de servicio, van a tener que trabajar a tres turnos para desmontar el vergonzoso entramado que heredan del anterior equipo de 'desgobierno' en materia de caza. Creo que tienen una labor difícil y un reto complicado, pues disponen de poco tiempo y me imagino que de poco dinero. Y, por si esto fuera poco, antes de construir tienen que arreglar todas las chapuzas de sus antecesores, tan nefastos en la gestión como poco recomendables. De hecho, y a pesar de todas las trabas con las que se han encontrado desde que accedieron a sus cargos, han sido mucho más funcionales y prácticos en poco mas de 60 días que el anterior equipo de trabajo, que capitaneaban el señor Buendía y la señora Fernández, en cuatro años.
Hace unos meses, ya dijimos que no tenía ningún sentido lo que estaban haciendo García Gaona y Juan Carlos del Campo, jefe de Vida Silvestre, empeñados en sacar, sí o sí, un pliego de condiciones de adjudicación de cotos absolutamente kafkiano, con el que lo único que se podía conseguir -caso de aprobarse- era la inactividad cinegética en muchos cotos.
Y eso es lo que ha ocurrido. Muchas sociedades de cazadores ven cómo no llegan a ese mínimo de puntos exigido, lo que hace inviable la adjudicación del coto, al menos a corto plazo, y obliga a la Administración -con buen criterio- a dar batidas por daños.
Ahora mismo, el riesgo que corren las plantaciones de 'fabes' y maíz es máximo. Desde hace unos días, las noticias sobre los daños que ocasionan los jabalíes se han convertido en algo habitual; algo, por otro lado, que suele ocurrir entre agosto y septiembre, periodo de máxima actividad de las hembras de jabalí, que se desplazan acompañadas de su prole, capaces de hacer en una noche no pocos destrozos. Lo que no debe hacernos caer en el error de creer que ahora mismo en Asturias existe una superoblación del 'sus scrofa'. Las dinámicas poblacionales del jabalí en Asturias se mantienen estables desde hace años y existe sobre las mismas un control efectivo. Solo en aquellas zonas mal llamadas de seguridad (donde no se permite a los cazadores cazar) podemos hablar de un aumento preocupante de las dinámicas poblaciones. De hecho, en muchas sociedades de cazadores se establece un cupo de 2/3 jabalíes por cacería, aunque luego muchas de esas sociedades piden subvenciones para ayudas por daños.
La solución es sencilla. La Administración debe retirar las subvenciones a todas aquellas sociedades de cazadores que establecen cupos mínimos de capturas. Damos por hecho que, si se establecen cupos por debajo de los que la propia Disposición General de Vedas nos marca, es por que no abundan los jabalíes. Si no abundan, no pueden existir tantos daños. Esto lo hacemos extensivo a todas aquellas sociedades que han solicitado batidas por daños. Éstos se reducen cuando ponemos los mecanismos necesarios para controlar las poblaciones. Poner cupo y pedir cacerías por daños no parece lo más coherente y mucho menos pedir ayudas a la Administración para esos posibles daños. Algo ya está cambiando. Por fin, la caza en Asturias dejará de estar en Medio Ambiente y pasará a donde siempre debió estar: de la mano del campo, del mundo rural. Y el lobo, finalmente, será especie cinegética en el Principado.
Dos cuestiones se me antojan imprescindibles. La primera, acelerar el proceso de adjudicación de los cotos, pero no sin antes revisar con detalle si esas sociedades que pujarán por la adjudicación han cumplido con el pliego de condiciones. Las que no lo hayan hecho, deberán ser inhabilitadas, al igual que los responsables de la gestión. La segunda, levantar las alfombras y sacar a la luz cómo se han gestionado los recursos en materia cinegética durante este tiempo: permisos de protocolo, adjudicación de trabajos, expedientes sancionadores y demás. Mucho me temo que nos vamos a encontrar con demasiada porquería y demasiados tratos de favor.
Déjenme finalizar con una reflexión en voz alta. ¿Hubiesen sacado adelante este pliego de condiciones para la adjudicación de cotos Belén Fernández y su equipo si ellos siguiesen en el Gobierno regional?

Rafa González (director de Orbayu Naturaleza)

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