viernes, 26 de agosto de 2011

Este roedor inteligente y vivaz ha sabido entender que la especie que se acostumbra al hombre y aprende a convivir con él es la que sobrevive

 
Test de supervivencia para conejosEl otrora cuasi desaparecido conejo, víctima de dos enfermedades creadas por el hombre para controlar sus poblaciones, está de nuevo en plena expasión y pleno de salud. /Foto: Archivo
Hay ocasiones en que noticias aparentemente malas o, al menos, no excesivamente buenas, ocultan situaciones que invitan al optimismo. Todo depende de cómo se miren y de cómo se enfoquen.
Verán. En Castilla y León se ha unido en el tiempo tres hechos diferentes que tienen como protagonista al mismo roedor: el conejo.
Primer caso. Los viticultores de la Denominación de Origen El Bierzo dan por finalizada la campaña de descaste de conejos que iniciaron a principios de julio. Consideran que se ha rebajado ya lo suficiente la población como para que los daños a los viñedos -los animales acaban con los brotes de las vides-, sean asumibles.
Segundo caso. La proliferación de conejos en la ribera del Pisuerga a su paso por el casco urbano de Valladolid, y los daños que causan a los jardines públicos de diversas urbanizaciones, provocan que sean atrapados mediante redes para poder así repoblar cotos de caza en la provincia.
Tercer caso. En una zona marginal de Valladolid no es raro encontrar a grupos de personas bicheando con hurones los bardos de zonas degradadas para obtener comida.
En plena expansión
Todo ello viene a demostrar que el otrora cuasi desaparecido conejo, víctima de la mixomatosis y de la hemorragia vírica, dos enfermedades creadas por el hombre para controlar sus poblaciones, está de nuevo en plena expansión y pleno de salud. Este roedor inteligente, vivaz, que es capaz de reproducirse durante todos los meses del año, ha encontrado en el ser humano el complemento ideal. Al igual que palomas, tórtolas turcas o patos, se ha dado cuenta de que el hombre le da alimento, calor y, sobre todo, protección. Por eso en los pueblos, en el campo, se le ve principalmente al anochecer y al atardecer. Y en las ciudades no es extraño observarle a plena luz del día. Al sol en invierno, resguardados del viento. O a la sombra, buscando el frescor de lo verde cuando la canícula aprieta.
¿Y por qué es tan importante que el conejo prolifere? Porque está en la base de la cadena trófica, porque sirve de alimento a cientos de especies. La especie que se acostumbra al hombre y aprende a convivir con él es la que sobrevive. El oso no sabe, y camina hacia la extinción. El lince tampoco, y ahí está el pobre, malviviendo. O el águila real, o tanto otros. Pero si el animal que sirve de alimento a los depredadores crece, dará una oportunidad a sus enemigos naturales. Y el hombre devolverá a la naturaleza parte de lo que le ha quitado

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