La formación de guardas particulares de campo promovida por el grupo de acción local Asociación para el Desarrollo de Aliste, Tábara y Alba (Adata) ha culminado con un éxito total: los 26 alumnos presentados a los exámenes en la Dirección General de la Guardia Civil en Madrid y en León han pasado todas las pruebas obteniendo el correspondiente aprobado y obtenido así el título oficial. La sastisfacción es aún mayor pues de los 26 que se presentaron para obtener el titulo de Guarda de Caza lograron pasar las pruebas 22 de ellos.
Los nuevos guardas particulares de campo y caza cuentan así con la capacitación necesaria para poder ahora intentar acceder a las plazas de guardería micológica que la Diputación de Zamora y la Junta de Castilla y León necesitarán cubrir una vez pongan en marcha las unidades de gestión dentro del proyecto «Myasrc». De esta manera se conseguiría que el empleo generado repercuta directamente en las zonas de tradición micológica como es el caso concreto de Aliste, Tábara y Alba.
Los nuevos guardas de campo y guardas de caza proceden en su mayoría la comarca: Alcañices, Rabanales, Moldones, Santa Ana, Matellanes, Nuez, San Blas, Abejera de Tábara, Tola, Losacino, Riofrío y Sarracín. No obstante hubo personas formándose de lugares tan dispares como Ponferrada (León), Alcorcón (Madrid), Moraleja del Vino, Benavente o Cerecinos de Campos. De los nuevos titulados 25 son varones y solamente hay una mujer.
La formación y los exámenes de guardas de campo se han centrado en el Derecho Constitucional, Civil y Penal y los delitos contra la libertad, el patrimonio, incendios y recursos naturales y el medio ambiente, con especial atención a la legislación de conservación de los espacios naturales protegidos, flora y fauna silvestres. Uno de los asuntos se ha centrado en la circulación de los ganados por los caminos, cañadas y veredas o la Ley de Aguas.
En cuanto a los guardas de caza salen formados en todo lo relacionado con los terrenos cinegéticos de aprovechamiento común y de caza controlada, vedas, la caza tradicional, batidas a jabalíes o la caza con reclamo.
Ildefonsa Salgado Santos, presidenta de Adata, valora muy positivamente la iniciativa: «La formación es el pilar básico para el acceso al mundo laboral. Por ese motivo desde el grupo de acción local estamos prestando un especial interés a los ciclos formativos en materia de guardas de campo y caza, que ha sido un éxito, atención a personas mayores y micología».
La formación de guardas de campo y caza promovida por Adata, se realizó en Alcañices, por la escuela de seguridad privada «Cessa» de Salamanca como centro homologado por el Ministerio del Interior. Se enmarca dentro del proyecto de cooperación rural «Ambiempleate», una estrategia de cooperación territorial para el fomento de la capacitación laboral y la creación de empleo de calidad en espacios rurales de alto valor ambiental pertenecientes a la Red Natura 2000. En el participan también grupos de Galicia (Avinza), Andalucia (Sudbética) y Portugal (Corane Terra Fría). En materia de micología, para ser Guardas Micológicos, las clases han sido del Instituto de Restauración y Medio Ambiente de León.
Por extraño que pueda parecer, se trata de un trabajo rutinario para los agentes del Tedax. «La mayoría son granadas de mano y obuses que se encuentran en tejados, a la hora de hacer una obra, al arar o por cazadores en el campo», concretó el jefe de la comandancia. La Benemérita recomienda no manipular los artilugios, marcar su situación y alertar a las fuerzas y cuerpos de seguridad.
El Servicio de Desactivación de Explosivos (Tedax) se centraliza para toda la región en la comandancia de Gijón, la que más ámbito poblacional cubre, con 230.000 personas. Abarca desde Avilés hasta Ribadedeva, excluidas las poblaciones dependientes del Cuerpo Nacional de Policía. En total, 3.910 kilómetros cuadrados. El resto del Principado es competencia de la comandancia de Oviedo.
Ayer, el teniente coronel Juan Bautista Martínez Raposo, acompañado del comandante Alberto Aguilera y del teniente Pascual Sevillano, abrió la comandancia a los medios de comunicación, a los que quiso mostrar las unidades cinológica (rastreo con perros), tráfico, Seprona, armamento, policía judicial, servicio de montaña, unidad marítima y el grupo de actividades subacuáticas, entre otros. Todos ellos tienen funciones muy delimitadas, como es el caso de los GEAS, de rescate subacuático. Sus seis efectivos son los encargados de buscar a personas en pantanos, ríos y mar, en Asturias y Cantabria. «Lo más complicado son los pantanos y los ríos; hay corrientes y además no se suele ver el fondo», apunta el sargento José Andrés Pecino, jefe del servicio. Una de sus más recientes intervenciones fue el rescate del cadáver de un hombre que se había suicidado arrojándose a un río en Campomanes.
Cuatro compañías
La comandancia está dividida en cuatro compañías: Gijón, Avilés, Langreo y Llanes. «Cada una de ellas funciona de forma autosuficiente y cuenta con cuarteles en distintas comunidades. Tienen capacidad para hacer investigaciones y todos los trámites habituales, sólo piden refuerzos en casos excepcionales», precisa el comandante Aguilera.
Esas excepcionalidades pueden ser el Descenso del Sella, la Subida al Fitu, la visita de los Príncipes de Asturias, vueltas ciclistas o alguna investigación de homicidios, como los dos ocurridos el año pasado en Cangas de Onís y Ribadesella.
Dependen también de la comandancia de Gijón el aeropuerto de Asturias, el aeródromo de la Morgal, los puertos de Gijón y Avilés, el centro penitenciario de Villabona, los parques empresariales y el Centro de Seguridad Marítima Integral de Veranes. De todas estas competencias se encargan aproximadamente mil agentes. «La plantilla está ajustada, pero lógicamente, como en todos los sitios, nos gustaría tener más efectivos», considera Martínez Raposo.