Fue la Sociedad de Cazadores del municipio la que detectó los lazos entre los matorrales, cerca de una pradera de siega. Advertidos el Seprona y la Fundación Oso Pardo, se organizó un operativo de vigilancia de dos días, en el curso del cual se sorprendió a un vecino de Cangas cuando se acercaba a manipular los lazos, en uno de los cuales había un jabalí muerto. Los lazos que se hallaron en la zona fueron seis. Los hechos, según sentencia, constituyen un delito contra la fauna, penado por el artículo 336 del Código Penal.
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