El Principado suma tres años de retraso en la revisión del plan de gestión l En Castilla y León, donde la especie se puede cazar, es donde existe una mayor población.
Una de las tareas pendientes que le ha dejado Vicente Álvarez Areces a Francisco Álvarez-Cascos es la decisión de qué hacer con el lobo en Asturias. La presencia de este cánido es cada vez más habitual y como casi siempre, cuando se trata de gestionar o decidir qué hacer con una especie emblemática de la fauna asturiana, los intereses y las posturas se enfrentan. De hecho, si hasta ahora el lobo era una especie protegida en el Principado, el nuevo Gobierno ya ha anunciado su intención de que el lobo pueda ser cazado en Asturias.
Sin embargo, llama la atención que haya colectivos conservacionistas, como es el caso del Fondo para la Protección de las Especies Animales Salvajes (Fapas), que aseguran que ellos mismos iban a plantear al recién estrenado Gobierno que el lobo pasase a ser especie cinegética; es decir, que se pueda cazar. ¿Por qué? «Porque hasta ahora lo que se estaba haciendo en Asturias era un auténtico descontrol, con matanzas indiscriminadas que no correspondían a estudios fiables o a estadísticas poblacionales de la presencia del lobo en los montes». Lo explica Roberto Hartasánchez, presidente del Fapas, un conservacionista que reclama, al igual que los ganaderos, los agricultores y los cazadores que el Principado resuelva y ponga orden en la gestión del lobo en Asturias.
En realidad, el Gobierno saliente dejó los deberes sin hacer ya que el plan de gestión del lobo en Asturias se aprobó en diciembre de 2002 pero tenía que haberse revisado cinco años después, es decir, en 2007. Pero nunca se hizo. Así, con el plan de 2002 en vigor, el control del lobo en Asturias durante los últimos nueve años ha sido más caótico que otra cosa. El plan asturiano marca pautas muy generales y no concreta el número de ejemplares que se pueden matar en cada zona con presencia del animal. Es más, ni siquiera se atreve a hacer un cálculo aproximado de cuántos de estos cánidos habitan en Asturias. Así, desde 2002 y con una revisión pendiente en el plan de gestión del animal desde hace tres años, el Principado ha ido haciendo batidas de animales en respuesta a las denuncias de los ganaderos. De media, se han matado unos cincuenta cánidos al año, pero las denuncias de los ganaderos siguen en aumento, al igual que la picaresca. «Hay gente que compra corderos a veinte euros y los coloca en fincas por las que sabe que pasa el lobo para poder cobrar los daños por ataque», explica Hartasánchez. Aunque también hay cada vez más daños reales y más retrasos en los cobros de las indemnizaciones, unos pagos que afronta el Principado y que según denuncia la presidenta del sindicato agrario COAG en Asturias, Mercedes Cruzados, «muchas veces no se llegan a cobrar».
Aunque las maneras de gestionar el lobo difieren mucho entre comunidades, lo cierto es que Galicia y Castilla y León, dos de las regiones vecinas del Principado, han concretado hace ya tiempo cómo gestionar la presencia del lobo en sus territorios. Los modelos son muy diferentes. Así, en Galicia se aprobó en 2008 un plan de gestión del lobo en el que se hizo una zonificación del territorio. Tras hacer un recuento del número de ejemplares de este animal, la Xunta ha enmarcado a cada municipio en zona de alta densidad, media o baja. Los baremos que establece Galicia consideran que hasta 2,29 ejemplares por cada 100 kilómetros cuadrados es densidad alta, media cuando hay una presencia de entre 1,27 y2,29 y baja, entre 0 y 1,27. En Asturias no existe ninguna zonificación.
En Galicia se lucha por preservar la presencia del animal y se permiten batidas en zonas conflictivas o en las que hay una densidad alta; así, se prohiben matanzas en zonas con presencia baja del cánido y durante la etapa de reproducción de los animales. La Xunta establece en su plan de gestión que es necesario consensuar y potenciar una coordinación con los órganos competentes de gestión y conservación del lobo en Asturias, Castilla y León y Portugal, para llevar a cabo un plan de actuación similar en estos territorios que comparten, en muchas ocasiones, las mismas manadas de lobos.
En Castilla y León el modelo es diferente y la especie está considerada cinegética. Se puede cazar el lobo y se establece un cupo por aficionado. Aunque se pudiera pensar que el hecho de permitir la caza desemboca en una presencia menor del animal, no es así.
La vecina comunidad de Castilla y León es la región en donde hay mayor presencia de cánidos. Por este motivo es por el que colectivos como Fapas creen que «cualquier modelo será mejor que el que hay actualmente en Asturias». Así, desde la Coordinadora Ecologista de Asturias, su portavoz, Fructuoso Pontigo, aclara que lo importante «es saber cuántos lobos se van a poder matar, porque a lo mejor la cifra es inferior o mayor de lo que se hace ahora en el Principado».
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